La
muerte de un ser querido, de una mascota, el divorcio de los padres, el cambio de
colegio, dejar el chupón, etc. son situaciones de pérdidas para los
niños.
Los
adultos, no pueden ni deben evitar que los niños tengan pérdidas, ni evitar el dolor que
sienten, pero si pueden ayudarlos en el proceso.
Para
ayudarlos a comprender lo primero que hay que hacer es pedirles que expliquen
¿Qué pasó? Esto le permitirá al adulto conocer la percepción del niño sobre lo
ocurrido y en base a la información proporcionada agregar o corregir algunas de
las ideas, por ejemplo:
El
niño expresa “mis papás ya no están juntos porque yo me porte
mal”. Recordarle que ellos ya no están
juntos porque peleaban mucho por cosas como el trabajo, el dinero, etc. pero
que a él lo siguen amando y no es responsable de nada.
Cuando
alguien muere, el niño puede explicar “se fue al cielo y que va a regresar la
semana que entra”. El adulto (si así lo cree), podrá decir que si se fue al
cielo, pero que no va a volver la semana que entra, que cuando quiera volver a
verlo solo tendrá que cerrar los ojos y pensar el esa persona.
Hasta los 5 años de edad la concepción sobre
la muerte es muy limitada y fantasiosa. Es a partir de los 9 años
aproximadamente los niños adquieren las nociones de que la muerte es
irreversible y le ocurre a todos los seres vivos.
Los niños pueden presentar diferentes formas
de expresar las emociones derivadas de la pérdida como, enojo, tristeza,
llanto, miedo, regresión, dificultades académicas, pérdida de apetito, etc.
Es
de gran ayuda poder hablar sobre lo sucedido, sobre cómo se sienten, que cosas
echan de menos, etc.
Si
notamos que les cuesta expresar lo que sienten, no debemos presionarles,
podemos ayudarles con nuestro ejemplo. Así ellos sabrán que cuando lo necesiten
y estén preparados, podrán compartir sus sentimientos con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario